Has vivido tan poco
¡Pero cuánto te has cansado!
en ese ir y venir de experiencias
que a tu alma han colmado.
Y nos
damos cuenta que la dulzura
no es un signo pasajero ni azaroso
es un síntoma, barrera, una coraza dura
que refrenda hacer todo menos pesumbroso.
Porque sabes cuánto pesa, hay mucha carga
tal cual un bosque encantado,
donde se adorna con el cantar de las aves
y, ¡Já! a veces, lo aletarga
pero en el fondo siempre existe ese antro
enlutado.
No hay luz sin oscuridad, dicen los
entendidos
fiel reflejo de tu andar, volar, estar
y a pesar de ello siempre dejas un farol
encendido
para aquellos que extravían su alma en su
trajinar.
No ceses en ello, que lo hace más intenso
te hace un ser tan discordante
y lo reafirmo cada vez que te pienso.
No es tu menester asumir dichos agobios
a veces lejanos, otros tan adyacentes
y eso que, incluso para mí, son oprobios
que buscan el lenitivo de tus palabras tan
conscientes.
FORLACK